La meta del entendimiento universal en un mundo multicultural y multilingüe

La necesidad de entendimiento entre personas y culturas de todas las partes del mundo exige la búsqueda constante de una comunicación lo más uniforme posible, en el mismo lenguaje.

Superar esta diversidad lingüística implica la capacidad de comunicar en el mismo idioma, aunque no sea el materno, o la creación de un nuevo idioma neutro de uso común para todas los interlocutores

Sin embargo, hasta ahora los intentos de creación de lenguas universales artificiales han sido en vano. Especialmente ahora, con la tecnología que tenemos en nuestros días, ¿será la traducción y el aprendizaje de segundas lenguas un medio eficaz para conseguir dicho entendimiento?

 

Multilingüismo: la gran diversidad de lenguas en todo el mundo

El multilingüismo es el uso y la promoción de varias lenguas en lugar de solo una. Se estima que existen más de seis mil idiomas en todo el mundo, con números de hablantes muy distintos.

Por todo el mundo, los pueblos que tuvieron influencia en diferentes territorios llevaron consigo sus lenguas y culturas que fueron evolucionando de forma natural y adaptándose al contexto histórico.

El multilingüismo es, por tanto, un reflejo de la multiplicidad de individuos y culturas. Para entendernos, muchas veces, tenemos que hablar la misma lengua, por lo que se dan aspectos positivos y menos positivos en esta diversidad lingüística.

Por un lado, conocer diferentes lenguas y culturas puede ayudar a comprender mejor a personas que viven geográficamente distantes. Aunque no se comparta el idioma, no significa que no se pueda aceptar y respetar la diversidad.

Por otro lado, esta multiplicidad de idiomas puede también ser considerada como un obstáculo pues, al no hablar la misma lengua, podemos no comprender al otro y no siempre saber respetarlo.

El hecho de no comprender al otro y de no ser comprendidos nosotros mismos puede derivar en situaciones de xenofobia, odio o criminalidad contra las personas que nos son extrañas o que son simplemente diferentes a lo que conocemos y aceptamos.

El multilingüismo no puede, claro está, hacerse responsable de sentimientos de odio o xenofobia, pero tampoco garantiza, desde la perspectiva más positivista, la ausencia de los mismos. Solo puede hacer más visibles los valores de cooperación, aceptación y respeto.

 

Esperanto: un intento de lengua universal

La idea de que necesitamos una lengua común para comunicarnos y para entendernos, independientemente del lugar o de la cultura en la que vivamos, ha inspirado intentos de creación artificial de idiomas universales.

De esta idea surge el esperanto en el siglo XIX, a manos de Ludovik Lazarus Zamenhof (1859-1917), que consideraba que la falta de un idioma común era la causa del mal entendimiento y de las disputas entre pueblos e individuos culturalmente diferentes.

Un idioma neutral podría facilitar la comunicación. El esperanto nace así con un alfabeto latino de 28 letras. Tres cuartos de las palabras derivan de las lenguas romances, las restantes de las germánicas. La fonética es esencialmente eslava.

El esperanto de Zamenhof no parecía, sin embargo, materializar el proyecto de paz que había idealizado, y se convirtió en una frustración histórica al no lograr la creación de una lengua artificial que gozase de amplio uso en diferentes lugares del mundo.

Años más tarde, en el siglo XX, el advenimiento de Estados Unidos de América como superpotencia mundial y el surgimiento de Internet contribuirían naturalmente a la universalización de otra lengua, el inglés.

Aun así, la progresiva utilización del inglés como idioma internacional de comunicación es, sobre todo, una forma de superar el reto del multilingüismo, más que de suprimir la diversidad cultural y lingüística.

 

El aprendizaje de segundas lenguas y la traducción en un mundo multilingüe

Aprender una segunda lengua o incluso más idiomas es una de las formas de cubrir posibles carencias comunicativas cuando los interlocutores no comparten lengua materna.

El inglés como segunda lengua se ha revelado como fácil de aprender y ampliamente entendido por la mayoría. El español y el francés siguen aprendiéndose y, más recientemente, el mandarín y el árabe también han ganado terreno.

En los países de lengua oficial inglesa no hay tanta tradición de aprender una segunda lengua ni existe la necesidad, pues la comunicación con otras culturas se lleva a cabo en inglés.

La preferencia por contenidos en el idioma materno contraría, no obstante, esta tendencia de universalización. Es aquí que entra en juego la traducción, otra de las posibilidades para facilitar la comunicación en un mundo multilingüe.

La localización de contenidos, utilizando la terminología adecuada y traduciendo textos, sitios web y software hacia un nuevo idioma, cumple este papel y preserva el multilingüismo como una plusvalía de la diversidad cultural.

El entendimiento se asienta entonces en estos dos pilares, que cada vez se vuelven más fáciles y comunes en un siglo en el que Internet, la traducción automática y los nuevos métodos de aprendizaje de segundas lenguas, algunos muy baratos y accesibles, ayudan a que se pueda establecer comunicación en la misma lengua.

Aunque la tecnología parezca hacer todo el trabajo por nosotros, la calidad de la traducción humana tiene que garantizarse y el aprendizaje de segundas lenguas depende esencialmente de la capacidad de cada uno de aprender de lo que se le expone.

En el siglo XXI, aprender lenguas o traducir textos hacia un idioma que se comprenda es más sencillo que hace algunas décadas. El multilingüismo se preserva sin ser visto como una amenaza a lo que nos acerca como humanos.

Fuentes: The New Yorker y Al Jazeera

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